El toro en la calle transforma a un espectador en un participante, en protagonista, es el germen de la verdadera afición. La persona que tiene contacto directo con el toro, en seguida es consciente de sus límites pero a la vez de sus virtudes, el animal marca una línea vital para cualquiera que entre en su territorio, también en la calle.
El festejo popular convierte al aficionado en protagonista y lo aleja de ser solo un espectador.
La emoción se comparte, se vive y se siente en primera persona.